jueves, 19 de abril de 2012

EN UN MUNDO SIN VERDADES.


El mundo parece estar dado vuelta. Los hombres andan con las mentes confundidas y los corazones vacíos. La avaricia y la superficialidad modelan en la pasarela de la vida humana, acompañados de la ignorancia y la brutalidad. Todas las certezas y verdades parecen muertas y enterradas. ¿En que se puede creer? ¿Y en quien? ¿Y que se puede hacer?
Sin dudas, hay que creer en un mismo, para empezar. Y aunque parezca que nadie sabe que es lo correcto e incorrecto, y que un relativismo moral, político y social inunda todo, debemos, por nosotros mismos, y por los demás, por quienes no se dejan llevar por la marea del atroz conformismo,  pararnos en donde creemos debemos estar, aunque a veces estemos solos en ese lugar y los demás nos tiren su incomprensión y burla. Debemos decir, a viva voz, quienes somos, en que creemos, y contra que luchamos, sin importar la corrupción humana que todo lo inunda y aplasta. Que al frío de las miradas apagadas e inertes, brindemos nuestras llamas que no pueden ser apagadas. Y aunque estas mismas palabras sean para unos pocos, o para ninguno, seguir por el camino que dicta nuestra conciencia y nuestro ser. Nuestro camino, marcado por nadie, sin dioses ni falsos ídolos.
Y si el mundo no cambia, que nosotros, al menos, cambiemos para mejorar y que la contaminación reinante no nos cambie a nosotros y nos vuelva muertos en vida, sin sueños, sin corazones, sin esperanza y sin futuro.
No soy un idealista, no soy un soñador, no soy una ideología y no soy una religión…soy carne y hueso, sangre que corre caliente y furiosa, soy un grito solitario donde nadie quiere escuchar y el ruido de los demás solo cubre su silencio frío e interior. Soy una voz que deja plasmada sus palabras en un mundo donde ya no tienen valor, donde las opiniones vacías todo lo cubren y los aduladores y mediocres son la mayoría. No importa. En el mundo sin verdades, la única verdad es uno mismo.

lunes, 9 de abril de 2012

REVOLUCIÓN Y REVOLUCIONES

Fue el filósofo analítico Ludwig Wittgenstein que dijo una frase a la cual considero muy valiosa y que promueve muchas reflexiones: "Revolucionario será aquél que pueda revolucionarse a sí mismo." Yo analizo esta frase en contexto con las revoluciones violentas y frenéticas, por que muchas, a pesar de su clamor revolucionario, solo han cambiado un régimen de explotación del hombre por el hombre por otro régimen de explotación, tan o peor explotador que el anterior. ¿Puede un cambio extremo de las cosas funcionar, o está destinado a fracasar?

Por mi parte, cuando analizo la historia de mi evolución de mi propio pensamiento y de mi espíritu, ahora noto que los cambios mas fundamentales de mí ser se dieron paulatinamente en el tiempo, y fue una combinación de muchos elementos externos, que ejercieron de influencia fundamental, como de internos. Fue una unión entre las experiencias prácticas de la vida, digerirlas, y el trabajo intelectual y emocional. Por eso mismo, descreo de los cambios extremos y repentinos. En cuanto a los cambios que pueda realizar un pueblo, o un individuo, para liberarse de las cadenas que lo oprime y no lo dejan crecer, y ser más libres y felices, tiene que surgir de un deseo genuino y propio de cambiar, de superarse, y no esperar que algo o alguien externo (llámese religión, política, etc.) lo cambie todo. Y sin bien las influencias son necesarias en la mayoría de los casos, el deseo interno de cambiar y superarse es fundamental.

En estos tiempos, en que la humanidad parece perdida y sin rumbo, más que nunca hay que buscar crecer como individuos, por que ningún pueblo con individuos aplastados y enfermos podrá ser un pueblo unido y sano.