El mundo parece
estar dado vuelta. Los hombres andan con las mentes confundidas y los corazones
vacíos. La avaricia y la superficialidad modelan en la pasarela de la vida
humana, acompañados de la ignorancia y la brutalidad. Todas las certezas y
verdades parecen muertas y enterradas. ¿En que se puede creer? ¿Y en quien? ¿Y
que se puede hacer?
Sin dudas, hay
que creer en un mismo, para empezar. Y aunque parezca que nadie sabe que es lo
correcto e incorrecto, y que un relativismo moral, político y social inunda
todo, debemos, por nosotros mismos, y por los demás, por quienes no se dejan
llevar por la marea del atroz conformismo,
pararnos en donde creemos debemos estar, aunque a veces estemos solos en
ese lugar y los demás nos tiren su incomprensión y burla. Debemos decir, a viva
voz, quienes somos, en que creemos, y contra que luchamos, sin importar la
corrupción humana que todo lo inunda y aplasta. Que al frío de las miradas
apagadas e inertes, brindemos nuestras llamas que no pueden ser apagadas. Y
aunque estas mismas palabras sean para unos pocos, o para ninguno, seguir por
el camino que dicta nuestra conciencia y nuestro ser. Nuestro camino, marcado
por nadie, sin dioses ni falsos ídolos.
Y si el mundo no
cambia, que nosotros, al menos, cambiemos para mejorar y que la contaminación
reinante no nos cambie a nosotros y nos vuelva muertos en vida, sin sueños, sin
corazones, sin esperanza y sin futuro.
No soy un
idealista, no soy un soñador, no soy una ideología y no soy una religión…soy
carne y hueso, sangre que corre caliente y furiosa, soy un grito solitario
donde nadie quiere escuchar y el ruido de los demás solo cubre su silencio frío
e interior. Soy una voz que deja plasmada sus palabras en un mundo donde ya no
tienen valor, donde las opiniones vacías todo lo cubren y los aduladores y
mediocres son la mayoría. No importa. En el mundo sin verdades, la única verdad
es uno mismo.
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ResponderEliminarSigfrido, no estás solo, pero deberíamos salir a que nos vean, un abrazo
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, querido Sigfrid, aunque en parte. La ausencia de verdades es la mascarada de quienes imponen su verdades como naturales. Por eso celebro tus gritos, pero la conclusión no es el solipsismo de "la única verdad es uno mismo". Uno también debe negarse (en sentido dialéctico), uno debe refutarse para combatir los resabios del exterior que pretende combatir. ¿O acaso estamos tan seguros de nuestra pureza? ¿Tenemos razón? ¿Estamos incontaminados?
ResponderEliminarCuando se burlan de nosotros, no podemos gritar que sólo creemos en nosotros mismos. La lucha, hoy en día, tiene varios frentes. El arte, el pensamiento. Y la política - ¿Por qué no la política? No hablo del fanatismo. Menos de la corrupción. Sino de la búsqueda de la transformación social, económica.
Ninguna de estas actividades se realiza en soledad absoluta. Ni siquiera el arte. El artista está siempre en un mundo, lanzado, fatalmente involucrado en su tiempo.
El pensador, por su parte, expone sus ideas. Esas ideas se encuentran misteriosamente vinculadas con las huellas de su propio cuerpo o con el cuerpo de los otros, que las reciben, las rechazan o incorporan.
Hay más verdades que el uno-mismo.
Hay algo que me atrae, es tu modo de describir una realidad como si fuera una fantasia, hablas con valentia, como si fueras a la lucha....lo increible es que somos muchos los que nos sentimos identificados con lo que escribiste:"Y si el mundo no cambia, que nosotros, al menos, cambiemos para mejorar y que la contaminación reinante no nos cambie a nosotros y nos vuelva muertos en vida, sin sueños, sin corazones, sin esperanza y sin futuro."
ResponderEliminarEn esa parte solo jugamos nosotros como personajes principales. el mundo no piensa solo actua de acuerdo a coomo lo cuidamos nosotros, parece que mientras unos cuantos se preocupan por su hogar a otros muchos no parece preocuparles.