
Desde muy joven, tuve una conciencia que me hizo dudar de todo. Una voz que me dijo : debes dudar y sospechar de todo lo que te hagan creer que son verdades rígidas. Hoy todavía sigo escuchando esa voz, que me salvó de ser alguien mas del rebaño; ese rebaño que solo obedece, consume, es pasivo, acepta todo lo que pasa a su alrededor. Yo no acepto nada por que sí. Yo no creo en lo que dicen otros hombres. No acepto verdades absolutas, no acepto más idealismos ni dogmas, no acepto más prejuicios y miradas estrechas. Yo no tengo ídolos, ni sigo a mártires o idealistas. Afuera de mi, no hay ninguna verdad, todo es incierto, caos, caprichos ajenos. Lo mejor que he hecho en mi vida es conocerme y liberarme de todas las mentiras que me habían introducido, y,como un virus, no dejaban crecer saludablemente a mi ser. Yo ahora elijo en que creer, nada es absoluto, nada es permanente, todo es cambio, y yo puedo cambiarlo a mi antojo, por que si el pensamiento y el sentir no son libres, ¿ que queda de nosotros?. ¿ y quien soy yo? Soy un humano que ha despertado y ha tomado conciencia de quien es, usando la mirada profunda para llegar hacia donde nadie más quiere mirar, y que se atreve a pensar en eso que incomoda a los demás. No soy un enviado de los dioses, yo soy mi propio dios, yo soy la fuente de mis revelaciones, el destructor de todo lo que he creído antes.
Y si como metáfora tengo que usar a un dios, elijo al dios nórdico del trueno, Thor, que con su martillo aniquilaba a sus enemigos. Tomo su martillo, como un arma metafórica, y lo utilizo para destruir los velos que cubren a los hombres hoy en día. Muchos ven los engaños también, pero callan. Otros no quieren verlos, otros no pueden. Pero se que ahí afuera hay otros individuos de voluntades fuertes y miradas profundas que no se dejan aplastar por el pensamiento dominante, esos valientes que se enfrentan a una época atroz que no deja lugar ni espacio a los disidentes. Por eso creo en una filosofía guerrera, violenta, fuerte, que diga ¡basta! donde todos dicen : si.
El camino es difícil, lleno de amarguras, contratiempos, y soportando las burlas de los necios y los mediocres, y los prejuicios de los falsos sabios, tirando flechas envenenadas.
Pero se en mis entrañas que no tengo que claudicar, no tengo que dejar vencerme, por que, al final del día, uno mismo puede ser su peor enemigo.